El pasado lunes arrancó la decimotercera edición del
Festival de Cine de Pamplona, tras la inauguración realizada dos días antes, en
la cual se estrenó la última película de Luis Arellano y Carlos Maldonado,
“Memorandum”.
Este festival se celebra desde que Iñaki y Javier Sarasola
realizaron, en el año 2000, el primer concurso de cortometrajes nacionales de
ficción desarrollado en la capital navarra. Esta edición tan solo contaba con
una sección, Alternatif. Ahora cuenta con 6 diferentes, cada una de ellas
dirigida a concursos o muestras, con público diferente y variado, con un
programa donde encontramos desde proyecciones adaptadas a discapacitados hasta
películas educativas.
En la cuarta edición del festival se creó la sección Valor
Visual, destinada a las ONG y la proyección de sus documentales, un debate
abierto donde tratar problemáticas globales, un nexo de unión entre el cine y
los colectivos sociales. El XIII Festival de Cine de Pamplona ha contado en
esta sección con documentales de origen danés, estadounidense, egipcio,
mexicano y zimbabuense. Estos se han proyectado gratuitamente a las 19:30 h en el
Civivox Iturrama.
Los organizadores presentaron el primer documental, “Into
Eternity”, del director danés Michael Madsen. con medio aforo ocupado, unas 50
personas, mayoritariamente estudiantes y jubilados. A continuación proyectaron los 75 minutos del
filme danés. La acción transcurre en Finlandia, donde está teniendo lugar la
construcción del primer cementerio nuclear, a través de un sistema de túneles
subterráneos excavados en la roca.
Centrales nucleares de todo el mundo producen cada día
enormes cantidades de residuos altamente radiactivos. Estos pasan a colocarse
en un almacenamiento intermedio, donde son vulnerables a los desastres
naturales o efectos provocados por el hombre.“Into Eternity” narra los
problemas de seguridad a largo plazo en la producción de esta energía. La película está ambientada en
Onkalo (“escondite”), el primer lugar de almacenamiento permanente para los
residuos nucleares.
Pero no solo Finlandia produce estos residuos, todos los
países con instalaciones nucleares deben lidiar con los desechos por lo menos durante 100.000 años, tiempo
requerido para para evitar el peligro de la radioactividad. Con el desastre de
Fukushima, Japón tiene residuos nucleares
adicionales. Onkalo es una instalación subterránea, pero Fukushima está
por encima del suelo, expuesta a los fenómenos naturales, los desastres de la
guerra y la crisis económica. Los reactores, que sufrieron colapso total o
parcial, necesitarán estar permanentemente controlados y mantenidos durante
miles de años.
El documental muestra cómo, una vez que almacenados los
residuos, el depósito debe ser sellado para no volver a abrirse nunca, o eso
esperan sus constructores. Pero, sin embargo, esto es algo que no pueden
asegurar, y a lo largo de la película una voz en off se encarga de plantear una
serie de dudas: ¿Cómo es posible advertir a nuestros descendientes de los
residuos mortales que dejamos atrás? ¿Qué idiomas y señales van a entender? Y
si lo entienden, ¿respetarán nuestras instrucciones?
Mientras las máquinas continúan excavando en la oscuridad de
la roca, los expertos buscan una solución para el peligro que suponen estos
residuos.
(Patricia Rodríguez Aranguren, crónica de un festival de
cine)